¡Feliz cumple años adictos! Realmente me encanta formar parte de ustedes ya que es como una gran familia literaria y siempre aprendo algo nuevo. Aqui les dejo un poco tarde mi relato pero espero que lo disfruten. ¡Felicidades! ¡a por más años!
Un año por delante demasiados por detrás
Faltaban pocos minutos para que fuese once de julio. El reloj de la habitación 108, del viejo complejo de apartamentos, se había averiado y hace un buen rato que no marcaba la hora correcta.
Anabella le observó con atención... el minutero y el segundero señalando aquel diez.
–Seria grandioso que se quedara así por siempre –dijo para si misma.
El teléfono sonó pero Anabella no sentía el deseo de responder... sabia muy bien el motivo de aquella llamada de medianoche.
–Cariño, ¡feliz cumple años! debes de estar descansado justo ahora... te llamare por la mañana. pequeña, es un año mas lleno de bendiciones para ti... siempre seras mi tesoro y pase lo que pase yo estaré a tu lado. como siempre... –el amoroso mensaje que su madre había dejado en la contestadora estaba lleno de buenas intenciones pero aun así le hizo llorar. recordándole que el tiempo seguía su curso, incluso si su reloj se paraba...
–¿Por qué no se detiene...?
Ahogó sus dolorosos suspiros en la almohada junto a ella y se metió en la cama, bajo sus sabanas. Cuando era pequeña solía jugar a esconderse de todo bajo las sabanas al lado de su hermano...Sebastián....
sus lágrimas aumentaron y se mordió el labio hasta sangrar, soltando un leve gritillo.
–No hay donde escapar ni esconderse. Todo sigue igual aun si no estas aquí... –Anabella se hallaba completamente sola pero tenia aquella costumbre de que cada once de julio a medianoche hablaba con aquel invisible confidente.
–Sebastián... hace diez años que te fuiste ¿por donde andarás? ¿habrás jugado entre las estrellas? de seguro, estas hecho todo un ángel –la voz le temblaba, era consciente de lo tonto de aquella tradición y del daño que le causaba a si misma.
–Todos te han olvidado Sebas... ya no le importas a nadie, incluso mamá soló piensa en mi... solo porque yo estoy viva y tu... –el corazón se le encogía cada vez mas.
–¿Por qué tenias que irte? me hubiera gustado ir contigo para seguir jugando pero seguro que te molestas por lo que digo...
Anabella siguió en su conversación imaginaria hasta quedarse profundamente dormida. en sus sueños veía a su hermano gemelo justo antes de morir. Ambos habían jugado tanto en el parque, en aquel entonces apenas tenían diez años. comieron helado junto a su padre y discutieron de quien se merecía el mejor regalo de cumple años.
–¡Yo soy el mayor! me merezco un gran regalo por eso.
–¡No es justo! solamente eres mayor por tres minutos.
Anabella quería ir a ver la fuente de agua, pero Sebastián estaba aún molesto con ella así que decidió quedarse en la banca.
Entonces todo se torno gris. Mientras Anabella y su padre jugaban de atrapar mariposas, Sebastián escapó; cuando su padre noto su ausencia fue demasiado tarde. A Sebastián le había atropellado un auto en la calle principal; se creía que había cruzado la calle corriendo para ir a la jugueteria del otro lado. Ese mismo año, el padre de Anabella cometió suicidio. Todo había sido duro para ella desde entonces, pero nunca quiso mostrarse débil frente a su madre, ya era suficiente con perder a su esposo e hijo, ella debería ser una buena chica y no causar problemas... por eso sólo se permitía llorar una vez al año y desahogarse en soledad... el día de su cumple años, el cumple años de Sebastián... y su aniversario de muerte. Tantas cosas en un sólo día...
De repente Anabella despertó de sus sueños. Observó el reloj que seguía marcando las diez.
–Como si nunca hubiese pasado el tiempo. –dijo con una sonrisa llena de dolor.
–El tiempo ha seguido su marcha, la única que se ha quedado en el pasado has sido tu.
Un escalofrío recorrió la espalda de Anabella, al escuchar aquellas palabras. Era la voz de Sebastián, era su hermano gemelo frente a ella... pero lucia diferente algo en el había cambiado.
–¿Que haces aquí? tu....
–Estoy muerto, lose. Pero hay mas que eso ¿sabes?
–¿Hablas del cielo? ¿la vida eterna?
–Hablo de ti.
–No entiendo... pero ahora que estas aquí puedo disculparme y yo...
–No hay nada que perdonar. Mi muerte fue un accidente Ani; no te mentiré, al principio me sentí triste, confundido y tuve miedo pero ahora estoy bien. Sólo hay paz.
–Te extraño tanto. Hace mucho que nadie me dice Ani...
–No llores. No hay razones para llorar, si todos mueren algún día. ¿acaso quieres terminar como papá? lastimandose de esa forma... el también me pidió perdón igual que tu, pero no hay nada que perdonar si no hicieron nada malo.
–Yo entiendo el dolor que debió sentir papá... pero no puedo evitarlo, es solo el hecho de que todo sigue como si nada, el hecho de que yo respiro y tu no.
–respiras por ahora, pero algún día también morirás; pero no hay porque adelantar eso. Ahora disfruta tu vida hasta que termine.
–¡No es justo! ¡¿No entiendes?! Como puedo disfrutar mientras tu estas bajo tierra.
–Yo estoy bien Ani, la única que sufre eres tu... los que mas sufren son los vivos; los muertos poseemos la paz. Pero tu me haces perderla, me preocupas.
–Sebastián quiero estar contigo. por qué no me dices donde estas.
–Estoy en ti Ani, ¿no es obvio? Ahora soy parte de ti. Ya no hay nada que retenga mi alma por lo que puede ser parte de la tuya... no solo eso, ahora soy parte del todo sin principio y sin fin.
Antes de comprender aquellas palabras, Anabella se despertó de un sólo salto. Ya era la mañana del once y todo parecía tan calmo, como si solamente se hubiese tratado de un sueño lejano, pero todo se torno realidad cuando Anabella observó su reflejo en el espejo. Desde aquel entonces supo que nunca iba estar sola de nuevo y que haría que su existencia valiese la pena.
–Seria grandioso que se quedara así por siempre –dijo para si misma.
El teléfono sonó pero Anabella no sentía el deseo de responder... sabia muy bien el motivo de aquella llamada de medianoche.
–Cariño, ¡feliz cumple años! debes de estar descansado justo ahora... te llamare por la mañana. pequeña, es un año mas lleno de bendiciones para ti... siempre seras mi tesoro y pase lo que pase yo estaré a tu lado. como siempre... –el amoroso mensaje que su madre había dejado en la contestadora estaba lleno de buenas intenciones pero aun así le hizo llorar. recordándole que el tiempo seguía su curso, incluso si su reloj se paraba...
–¿Por qué no se detiene...?
Ahogó sus dolorosos suspiros en la almohada junto a ella y se metió en la cama, bajo sus sabanas. Cuando era pequeña solía jugar a esconderse de todo bajo las sabanas al lado de su hermano...Sebastián....
sus lágrimas aumentaron y se mordió el labio hasta sangrar, soltando un leve gritillo.
–No hay donde escapar ni esconderse. Todo sigue igual aun si no estas aquí... –Anabella se hallaba completamente sola pero tenia aquella costumbre de que cada once de julio a medianoche hablaba con aquel invisible confidente.
–Sebastián... hace diez años que te fuiste ¿por donde andarás? ¿habrás jugado entre las estrellas? de seguro, estas hecho todo un ángel –la voz le temblaba, era consciente de lo tonto de aquella tradición y del daño que le causaba a si misma.
–Todos te han olvidado Sebas... ya no le importas a nadie, incluso mamá soló piensa en mi... solo porque yo estoy viva y tu... –el corazón se le encogía cada vez mas.
–¿Por qué tenias que irte? me hubiera gustado ir contigo para seguir jugando pero seguro que te molestas por lo que digo...
Anabella siguió en su conversación imaginaria hasta quedarse profundamente dormida. en sus sueños veía a su hermano gemelo justo antes de morir. Ambos habían jugado tanto en el parque, en aquel entonces apenas tenían diez años. comieron helado junto a su padre y discutieron de quien se merecía el mejor regalo de cumple años.
–¡Yo soy el mayor! me merezco un gran regalo por eso.
–¡No es justo! solamente eres mayor por tres minutos.
Anabella quería ir a ver la fuente de agua, pero Sebastián estaba aún molesto con ella así que decidió quedarse en la banca.
Entonces todo se torno gris. Mientras Anabella y su padre jugaban de atrapar mariposas, Sebastián escapó; cuando su padre noto su ausencia fue demasiado tarde. A Sebastián le había atropellado un auto en la calle principal; se creía que había cruzado la calle corriendo para ir a la jugueteria del otro lado. Ese mismo año, el padre de Anabella cometió suicidio. Todo había sido duro para ella desde entonces, pero nunca quiso mostrarse débil frente a su madre, ya era suficiente con perder a su esposo e hijo, ella debería ser una buena chica y no causar problemas... por eso sólo se permitía llorar una vez al año y desahogarse en soledad... el día de su cumple años, el cumple años de Sebastián... y su aniversario de muerte. Tantas cosas en un sólo día...
De repente Anabella despertó de sus sueños. Observó el reloj que seguía marcando las diez.
–Como si nunca hubiese pasado el tiempo. –dijo con una sonrisa llena de dolor.
–El tiempo ha seguido su marcha, la única que se ha quedado en el pasado has sido tu.
Un escalofrío recorrió la espalda de Anabella, al escuchar aquellas palabras. Era la voz de Sebastián, era su hermano gemelo frente a ella... pero lucia diferente algo en el había cambiado.
–¿Que haces aquí? tu....
–Estoy muerto, lose. Pero hay mas que eso ¿sabes?
–¿Hablas del cielo? ¿la vida eterna?
–Hablo de ti.
–No entiendo... pero ahora que estas aquí puedo disculparme y yo...
–No hay nada que perdonar. Mi muerte fue un accidente Ani; no te mentiré, al principio me sentí triste, confundido y tuve miedo pero ahora estoy bien. Sólo hay paz.
–Te extraño tanto. Hace mucho que nadie me dice Ani...
–No llores. No hay razones para llorar, si todos mueren algún día. ¿acaso quieres terminar como papá? lastimandose de esa forma... el también me pidió perdón igual que tu, pero no hay nada que perdonar si no hicieron nada malo.
–Yo entiendo el dolor que debió sentir papá... pero no puedo evitarlo, es solo el hecho de que todo sigue como si nada, el hecho de que yo respiro y tu no.
–respiras por ahora, pero algún día también morirás; pero no hay porque adelantar eso. Ahora disfruta tu vida hasta que termine.
–¡No es justo! ¡¿No entiendes?! Como puedo disfrutar mientras tu estas bajo tierra.
–Yo estoy bien Ani, la única que sufre eres tu... los que mas sufren son los vivos; los muertos poseemos la paz. Pero tu me haces perderla, me preocupas.
–Sebastián quiero estar contigo. por qué no me dices donde estas.
–Estoy en ti Ani, ¿no es obvio? Ahora soy parte de ti. Ya no hay nada que retenga mi alma por lo que puede ser parte de la tuya... no solo eso, ahora soy parte del todo sin principio y sin fin.
Antes de comprender aquellas palabras, Anabella se despertó de un sólo salto. Ya era la mañana del once y todo parecía tan calmo, como si solamente se hubiese tratado de un sueño lejano, pero todo se torno realidad cuando Anabella observó su reflejo en el espejo. Desde aquel entonces supo que nunca iba estar sola de nuevo y que haría que su existencia valiese la pena.