Hola, espero que sea de su agrado. Me toco esta hermosa imagen y quise mostrar como muchas veces pasamos desapercibido nuestro alrededor y no valoramos el tiempo, que muchas veces es corto.
Tiempo para…
Ella solo quiere tiempo para ver las hojas caer el próximo otoño; ver a los arboles mudar de piel y sentir los cansados rayos del sol.
Quiere que el tiempo que transcurre sobre aquella vacía carretera sea eterno. Que el camino no tenga fin y jamás llegue a su destino.
Quiere recordar el cantar de las cuatro estaciones y aguardar el invierno entre bosques naranjas, moribundos.
Porque momentos como esos deberían ir en cámara lenta para percibirse todo con un placer más profundo y asegurarse de no dejar nada atrás.
Ella quiere ser consciente de lo pequeña que es; comparar aquellos arboles que perduran en el tiempo con su pequeño ser con los días contados. Quiere saber el significado de la palabra «insignificante».
Pero el trayecto sigue y el tiempo nunca para, desde su ventanilla ve a los enormes arboles de hoja caduca quedándose detrás como un recuerdo….ella pronto será eso, un recuerdo dejado atrás.
Ve a su madre al volante, se muestra segura e ignora el bailar de las hojas secas tal vez porque le recuerdan a ella, secándose de esa forma.
Desea tener tiempo para tomar una fotografía a los arboles de hoja perenne queriendo unirse con los de hoja caduca, deseando tocar sus ramajes como un amor imposible; pero no tiene cámara así que memoriza aquel paisaje. Una calle solitaria, hojas muriendo a su alrededor, retazos verdes…. Ella desea tener tiempo para perderse en el bosque, jugar un rato con los misteriosos animales que habitan en las madrigueras y olvidarse del mundo, de su madre, del médico; del hospital, las medicinas… olvidarse de las “trágicas noticias” de los adultos.
Quiere tiempo para crecer, ser algún día una mujer exitosa y comprar una hermosa casa cerca de ahí para pasear todas las tardes y ver las estaciones transcurrir hasta que vuelva a ser otoño.
Quiere todo el tiempo del mundo para ver a los arboles mudar sus colores: rojo, naranja, ocre, amarillo, dorado…Le parece extraño pensar en la muerte al ver colores tan maravillosos.
De pequeña pensaba que en el otoño la mayoría de arboles enfermaban y comenzaban a morir para que otros nacieron al igual que los humanos; pero su madre le explicó el proceso científico que apenas recordaba, aunque jamás logro olvidar el casi susurro final: «Ellos no mueren solo se preparan para lo que vendrá, algunas veces hay que sacrificarse para sobrevivir… es igual en los humanos, no mueren es una preparación para lo que vendrá más adelante, se sacrifican muchas cosas pero la promesa de una verdadera vida hace que valga la pena.» ahora que lo pensaba, su madre trató esa vez el asunto de manera lejana; como si ellas no fueran humanas, como si nunca las tocaría la muerte…
Ella solo desea tener más tiempo para no cambiar sus colores, para que las hojas no caigan o lo hagan lentamente.
Tiene miedo, como cualquier ser humano frente a lo inentendible, de lo que se encuentra al final de aquella carretera; miedo a no volver a ver los arboles otoñales, de que el sacrificio duela demasiado y “la verdadera vida” no se sienta tan viva como esta. Miedo de llegar a aquel lugar, “allá donde es tan lejos que nunca se vuelve”.
A ella le hace falta tiempo para seguir pensando en el misterio del otoño, de la nostalgia, de la muerte, de la vida…Pero ella sabe que aunque tuviera todo el tiempo posible, jamás lo comprendería. Las piezas del mundo nunca encajan muy bien en su rompecabezas, incluso la de aquel vertiginoso paisaje no llega a esclarecerse a la perfección.
Pero nada importa mucho. Si solo es una niña que no conoce casi nada, que quiere tiempo para aprender todas esas cosas que jamás aprenderá; que nunca sabe que decir en el momento indicado, que le teme al cambio de estaciones… pero aún así morirá o eso es lo que dicen los adultos cuando creen que ella no escucha.
Pero como imaginarse cosas tristes como la muerte al ver a la naturaleza tan bonita, cambiando sus colores, oliendo la tierra, sintiendo un frio acogedor; escuchando el silencio… cayendo dormida en el asiento trasero y tornando su recuerdo del otoño en una borrosa, aunque esperanzadora, fotografía mental.