29 de noviembre de 2012

Proyecto de Noviembre: Las palabras prohibidas

Con algunas prisas, pero logré participar este mes. Espero no haber utilizado ninguna palabra prohibida. Aunque mi microrrelato, es una mezcla entre el tema de los niños jugando y un encuentro amoroso, pero mucho más inocente. ¡Que lo disfruten! Los leo pronto. Besos.



Una tarde en el parque 



Peter mantenía la mirada baja. Sus manos temblaban, mientras esperaba a Lori en el parque.
Comenzaba a helar. Se acercaba noviembre y un fresco viento, le hacia saber que moriría de frío en pocos días. En su mente, repasaba el discurso que le diría a Lori, imaginaba posibles respuestas y recreaba un imaginario dialogo entre ellos.
—Estoy aquí, Pete —dijo una pequeña, con una enorme sonrisa.
—Hola. Disculpa por pedir que vinieras hasta aquí, luego de la escuela —respondió Peter, intentando que no se notara, que temblaba sin parar.
—No importa. Igual planeaba venir a pasar la tarde aquí.
—¿Así? ¿Quieres pasarla conmigo?
—¡Por supuesto! —exclamó Lori.
Los dos niños la pasaron bien toda la tarde. Aquel era un hermoso y tranquilo parque. Se columpiaron juntos, usaron el subibaja, se deslizaron por las rampas y rieron sin parar, mientras perseguían un balón.
Al final de la tarde estaban exhaustos. Tirados sobre el césped, mirando las nubes. Tenían nueve años y no sabían muchas cosas todavía, pero conocían cosas muy importantes, que los adultos olvidaban al crecer.
—Debo marcharme, se hace tarde. Nos vemos mañana, en el cole —dijo Lori sonriendo, con cansancio. Se dio la vuelta y corrió. Sus trenzas enmarañadas, fue lo ultimo que visualizo Peter.
El pequeño guardo esa tarde en su mente. Suspiró. Al final, no había podido decir nada, se divirtió tanto que lo olvido.
No regresaría a la escuela. El doctor le había hablado, sobre cosas complicadas del cuerpo humano. Su madre menciono un tratamiento, unas operaciones... ella no paró de prometer que todo saldría bien. Él no estaba muy seguro de aquello, pues había escuchado a sus padres hablar, seriamente, sobre su condición. No tenía importancia, sabía que era inevitable, lo aceptaba. Solo se arrepentía, de nunca haberle dicho a Lori, todo lo que pasaba por su mente. Era un niño y no estaba seguro sobre como expresarlo. Pero esa tarde describía a la perfección, todos sus sentimientos. Deseó permanecer así: Lori, el parque, las nubes. Sin pensar en nada más.