Una tarde en el parque
Una tarde en el parque
Peter mantenía la mirada baja. Sus manos temblaban,
mientras esperaba a Lori en el parque.
Comenzaba a helar. Se acercaba noviembre y un fresco
viento, le hacia saber que moriría de frío en pocos días. En su mente, repasaba
el discurso que le diría a Lori, imaginaba posibles respuestas y recreaba un
imaginario dialogo entre ellos.
—Estoy aquí, Pete —dijo una pequeña, con una enorme sonrisa.
—Hola. Disculpa por pedir que vinieras hasta aquí,
luego de la escuela —respondió Peter, intentando que no se notara, que temblaba
sin parar.
—No importa. Igual planeaba venir a pasar la tarde aquí.
—¿Así? ¿Quieres pasarla conmigo?
—¡Por supuesto! —exclamó Lori.
Los dos niños la pasaron bien toda la tarde. Aquel
era un hermoso y tranquilo parque. Se columpiaron juntos, usaron el subibaja,
se deslizaron por las rampas y rieron sin parar, mientras perseguían un balón.
Al final de la tarde estaban exhaustos. Tirados
sobre el césped, mirando las nubes. Tenían nueve años y no sabían muchas cosas todavía,
pero conocían cosas muy importantes, que los adultos olvidaban al crecer.
—Debo marcharme, se hace tarde. Nos vemos mañana, en
el cole —dijo Lori sonriendo, con cansancio. Se dio la vuelta y corrió. Sus
trenzas enmarañadas, fue lo ultimo que visualizo Peter.
El pequeño guardo esa tarde en su mente. Suspiró. Al
final, no había podido decir nada, se divirtió tanto que lo olvido.
No regresaría a la escuela. El doctor le había
hablado, sobre cosas complicadas del cuerpo humano. Su madre menciono un
tratamiento, unas operaciones... ella no paró de prometer que todo saldría bien. Él
no estaba muy seguro de aquello, pues había escuchado a sus padres hablar,
seriamente, sobre su condición. No tenía importancia, sabía que era inevitable,
lo aceptaba. Solo se arrepentía, de nunca haberle dicho a Lori, todo lo que
pasaba por su mente. Era un niño y no estaba seguro sobre como expresarlo. Pero
esa tarde describía a la perfección, todos sus sentimientos. Deseó permanecer
así: Lori, el parque, las nubes. Sin pensar en nada más.
Qué triste Virgil... Me ponen mala las enfermedades que hay en el mundo, de verdad.
ResponderEliminarHas resaltado muy bien los sentimientos.
Gracias por compartirlo con nosotros.
¡Un beso!
Que triste y tierno. Muy bien expresado. Enhorabuena
ResponderEliminarVirgil: Como enfermera, cuando me tocaba trabajar en pediatría, sufría al ver a los chiquitos enfermos y atados a una cama. Mi propio hijo pasó más de un año en el hospital.
ResponderEliminarSiempre pensaba: ¿Que hacen los niños en el hospital?, ellos deberían estar en el parque jugando o en la escuela, no aquí,sufriendo.
Creo que te sobran algunas comas.
Triste y bello tema.
Cariñosamente: Doña Ku
Una preciosidad tanto en el relato como en la descripción de sentimientos. Me ha encantado.
ResponderEliminarBesos.
La vida es muy injusta, y en tu relato lo plasmas muy bien.
ResponderEliminarSaludos :)
Qué bonito Virgil!! Muy muy muy emotivo. Me ha encantado como narras la percepción que tiene el niño de su visita al médico y su enfermedad.
ResponderEliminarEnhorabuena
Un besin
¡Hola! Tu relato habla de una ternura y un amor incomparable, y yo creo que siempre hay una esperanza para el amor . ¡Magnifico relato! ¡Me encanto!
ResponderEliminarGracias a todos por sus comentarios y observaciones :)
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