Bueno, a mi me pareció muy interesante este proyecto; amé la imagen que me tocó, es realmente hermosa y espero les guste mi relato. Y también estoy ansiosa por leer el relato de mi compañera :)
¡Que lo disfruten!
El
imponente cielo se alzaba sobre ellos, los rayos del sol se colaban entre las
nubes mientras calentaban sus tersas pieles. Larissa sonrió, todo aquello le
hacia sentir una inmensa calma; la pequeña barca comenzó a mecerse levemente,
podía sentir la brisa mover sus castaños cabellos y el olor del océano le
inundaba la cabeza.
–¿Te
encuentras bien, querida? –Le preguntó Marco, al tiempo que colocaba sus
fuertes manos en la delicada cintura de la joven.
–Por
supuesto, todo este lugar es increíble, no podría ser más feliz –Larissa buscó
los labios de Marco, amaba a aquel hombre. En su vida había renunciado a muchas
cosas por unirse a aquel caballero de ojos grises y cabellos dorados, pero todo
había valido la pena, no necesitaba nada más, no le quedaba nada más que Marco.
–Pronto
oscurecerá, querida mía. Espero que la barca nos lleve pronto a aquel reino del
que te hablé. Te fascinará, mi pequeña, ese será el hogar de nuestros sueños.
–No
lo dudo Marco, pero realmente no quiero llegar. No quiero que anochezca,
no tan pronto; las nubes parecen hechas de oro para una hermosa princesa, el
sol, el mar… puedo escuchar sus voces, sus canciones y sueños, hablan de la
vida, de lo hermoso que es amar.
–No
tienes por qué tener miedo, veremos muchos más atardeceres juntos en un futuro.
¿Ves el horizonte? Lo navegaremos juntos hasta el alba. Las olas nos llevaran
hasta nuestro destino.
–Te
amo, Marco. Cuando estoy a tu lado sé que no necesito a nadie mas, todos los
que injuriaban nuestra unión, aquellos que envidiaban la pasión que nos unía; jamás
volveré a escuchar las palabras dolorosas de aquellos que decían que lo nuestro
no seria nunca.
–Mi
pequeña Larissa, este sólo es el inicio de nuestro viaje. Al igual que este
infinito océano mi amor por ti no tendrá fin. –Larissa creía en cada palabra, sin dudar; la barca se dejaba llevar por el dulce viento que los rodeaba y las
leves olas del mar los conducían hacia aquella tierra misteriosa de la que Marco solía hablar, todo el tiempo.
Pero
Larissa comenzó a sentirse incomoda, de repente se sintió más pequeña que de
costumbre… aquel inmenso cielo comenzaba aplastarle y sintió miedo. El océano
no parecía tener fin y se hallaba a su merced y de pronto escuchó al sol
deseando huir, deseando no ver aquel terrible escenario.
Larissa
tembló y el viento sacudió terriblemente la barca al igual que su blanco
vestido.
–No
temas, querida, todo está bien. –pero la voz de Marco parecía tan lejana y no
podía tocarla.
"¿Por
qué las cosas tienen que cambiar?" Se preguntaba con angustia la
joven. Hacía sólo unos momentos su viaje era magnifico, pero las olas
comenzaron a agitarse, las nubes se levantaron, imponiéndose, y la tormenta comenzó. Era tan pequeña frente al universo que se hallaba conspirando
contra ella. Marco...¿Dónde estaba él? ¿Había naufragado?
–No
te alejes cariño, abre los ojos. Solamente son ilusiones que quieren separarnos.
–Larissa continuó temblando, las manos que le acariciaban la mejilla eran
sumamente frías. No parecía Marco, pero era él y todo el hermoso paisaje
continuaba en calma a su alrededor.
–Marco
si algún día tu no estas conmigo, yo…
–Siempre
estaremos juntos, te prometí que llegaríamos hasta mis tierras donde todos
nuestros sueños se harán realidad, ¿acaso no confías en mí? –No era que la
joven comenzase a dudar sobre su amor verdadero. A ella le encantaría estar a
su lado hasta el fin de los tiempos, pero era tan sólo que Marco no podía verlo,
no podía ver la luz de sus propios ojos comenzando a extinguirse como una
estrella agonizante.
Lo
que el viajero Marco podía ver más allá del horizonte era un alba preciosa cubriendo con sus dorados rayos aquellas hermosas tierras que tanto había
perseguido desde que era tan sólo un niño; pero lo que Larissa veía era un
terrible vendaval que se tragaba todo a su paso, no quiso alertar a su amor, no
quería ocasionarle preocupaciones. Después de todo él no tenía miedo, él no era
un pequeño cobarde como ella.
Se
mordió el labio inferior e imploro a los cielos que pudieran sobrevivir a la tormenta.
Jamás dejaría a Marco, aún si eso significase la muerte… fue tan inocente
pensar eso. Fue en un abrir y cerrar de ojos, el cielo parecía caer sobre
ellos, sus manos jamás fueron capaces de alcanzarlo, eran demasiado pequeñas…
ese día el sol se oculto detrás de millares de nubes y Larissa le escuchó
sollozar mientras se abrazaba con fuerza de Marco.
Marco
le susurró algo pero todo se desvaneció.
Larissa
se despertó bañada en sudor, su corazón no dejaba de latir con fuerza y apenas
podía respirar, comenzó a llorar entre las sabanas. Sólo había sido un sueño,
después de todo Marco había muerto hacia cinco años; hacia tanto que no soñaba
con él… pero que locura más grande, en su sueño se habían casado y escapado muy
lejos.
–A
cualquier otra parte, ¿verdad Marco? –dijo la muchacha mientras tomaba entre
sus manos un viejo retrato del que fue alguna vez su prometido–. Tuve un sueño
extraño, estábamos dentro de la hermosa fotografía con la que solías fantasear
todo el tiempo, ya sabes con las historias de princesas, dragones y tierras
lejanas. Por un momento fue divertido pero luego… ya sabes como es la vida
incluso en los sueños pasa mucho más rápida… por Dios, realmente estoy mal,
mírame aquí hablando con una fotografía tuya, ni siquiera puedes oírme.
Era
el precio a pagar por alcanzar las tierras desconocidas, donde el mar se
mezclaba con el sol, aquellas tierras donde habitaba la eternidad. Era el
castigo que ella y Marco se merecían por creerse superiores y jugar a ser los
reyes del mundo.
Larissa
colocó la fotografía boca abajo y decidió volver a dormir, quien sabe tal vez
podría verlo por última vez y despedirse. Después de todo ya no le quedaba
nada, más que aquel sueño que nunca se haría realidad.